La esperanza de vida de los países avanzados se ha doblado en los últimos 200 años, pasando de menos de 40 años en 1800 a unos 80 años en la actualidad. ¿Cómo se explica la fuerte reducción secular de la mortalidad? Un primer paso para resolver esta cuestión sería preguntarse cuál era la principal causa de mortalidad en la era preindustrial, y la mayor parte de la literatura coincide en que no fueron las hambrunas y las crisis de subsistencias, sino la malnutrición y la relación de ésta con las enfermedades.
En un artículo de 1997, el premio nobel Robert Fogel y Dora Costa desarrollaron una teoría para explicar los mecanismos concretos que produjeron ese declive secular de la mortalidad. Propusieron que en los dos últimos siglos el ser humano, gracias a la tecnología, había logrado un grado de control del medioambiente que no había conseguido ninguna generación anterior del homo sapiens. Este control medioambiental mejoró la nutrición y redujo la carga de trabajo necesaria para proveerse de alimentos, lo que produjo mejoras fisiológicas sin precedentes (fisiológicas, no genéticas), incrementándose el tamaño corporal por encima del 50% y mejorando la fortaleza del cuerpo y las capacidades de todo el sistema de órganos vitales.
En los gráficos de arriba los autores comparan el riesgo relativo de mortalidad por un lado y la altura y el índice de masa corporal por otro lado para dos grupos: los soldados veteranos de Estados Unidos en 1910 y los varones noruegos actuales. Se observa que en ambos casos, y de una manera muy evidente, los dos grupos se comportan de forma similar, disminuyendo el riesgo relativo de mortalidad a medida que son más altos. En cuanto al índice de masa corporal, en ambos casos se dispara en los extremos, aunque cuando está en el ideal (25), los varones más bajos están en mayor riesgo que los más altos.
En definitiva, Fogel & Costa sostienen que el declive secular de la mortalidad se debió a las mejoras en la nutrición que fueron posibles gracias a la tecnología. La mejor nutrición, sobre todo en el periodo fetal y en la infancia, produjo una mejora fisiológica del cuerpo humano que redujo drásticamente la prevalencia de enfermedades crónicas en la madurez. Los mecanismos exactos aún se desconocen, pero todo apunta a variaciones en la composición química de los tejidos de los órganos, mejoras en el funcionamiento del sistema endocrino, mejoras en la transmisión eléctrica entre membranas y mayor fortaleza general de los sistemas vitales.
La mejora fisiológica (altura y masa corporal) explicaría en torno a un 90% de la reducción de la mortalidad en Francia en 1785-1870, y en torno a un 50% el declive del último siglo. Es decir, a medida que se reduce la mortalidad van adquiriendo más peso factores como las innovaciones médicas y farmacológicas, aunque a la mejora fisiológica aún le queda recorrido hoy en día como factor de incremento de la esperanza de vida.
Referencia:
Fogel, Robert W. and Dora L Costa (1997), "A Theory of Technophysio Evolution, With Some Implications for Forecasting Population, Health Care Costs, and Pension Costs", Demography, 34, 1, pp. 49-66.